martes, 4 de agosto de 2009

TRABAJO FINAL - REDACCION II


"EL BAILE ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD ITALIANA"

La Argentina, la otra patria, el destino. Casi cuatro millones de italianos llegaron a estas tierras cargados de ilusiones, con la esperanza depositada en la pampa lejana. Dejaron atrás amores y miserias; el puerto, el primer hotel, el conventillo, el barrio de la ciudad. Los inmigrantes tejieron historias de triunfos y fracasos, de encuentros y desencuentros.
En el puerto de Génova, familias desgarradas lloraban en los muelles mientras los barcos se llenaban de campesinos del valle del Veneto y del Piamonte; habían vendido sus pocas cosas para pagar el costoso pasaje que les permitiría concretar ese sueño de “Hacer la América”, trayendo a estas tierras su inmenso bagaje de conocimientos y cultura en el arte elaborado durante siglos en esas tierras legendarias.
El conglomerado social de la época de las colonias, daban un marco que viene invariablemente repitiéndose, cuyos reservorios descansan en el legado de sus antepasados, conservados y transmitidos por la observación y la oralidad, algunos de ellos vigentes a través de la memoria colectiva del pueblo.
La presencia colonizadora de los inmigrantes, fue un aporte enormemente significativo y constructivo, los gringos con su fisonomía, habían llegado a nuestro país a poner el hombro.
En Pérez, un grupo de esos inmigrantes, formaba la primera comisión de la sociedad italiana Duca Degli Abruzzi, donde comenzarían a revivirse y destacarse importantes momentos culturales como la creación de la primera formación musical bajo el nombre de “Giuseppe Verdi”.
Para los italianos fue algo normal formar sociedades con fines culturales en cada ciudad a la que arribaban, y quedó tan impregnada en nuestro país que hasta en la actualidad nos parece algo extraño.
Esas formaciones de música con instrumentos de vientos y percusión eran muy variadas, ya que a la vez eran usadas en los bailes como orquestas características; pequeñas, afinadas o no, pero sumamente atractivas a la hora de la organización de alguna celebración o fiesta.
En un instante de recuerdo, Ángel “Miguelo” Valentini, presidente de la sub-comisión de cultura de la Sociedad Italiana nos cuenta: “Para la celebración de la primavera, con gran concurrencia se realizaban los bailes con la banda, venía todo el pueblo, las calles polvorientas, los sulkis, el gran tinglado, el sol de noche y el escenario con un acoplado adornado. El marco musical que animaba el baile era la banda musical “Giuseppe Verdi”, cuyo repertorio estaba compuesto por tangos, milongas, rancheras, alguna tarantela o fox-trot y si el baile lo organizaba la escuela era infaltable el “baile de la silla” o “de la escoba”, donde participaban jóvenes y viejos.”
Desde ese momento esta embajada cultural no pararía de darle a Pérez un lugar en el mundo, y allí vienen más recuerdos de Miguelo:”Hay imágenes que no puedo olvidar, el baile del perfume que organizaban los peluqueros, el baile de la primavera, y como no recordar al baile del aniversario”.
Al escuchar las anécdotas de "Miguelo", viene a mi memoria la historia de mis padres sobre la noche del baile aniversario de 1968, donde ellos se conocieron.
Concretamente se referían a una de las salidas, la más esperada: El baile aniversario de la Sociedad Italiana.
Éstos se hacían para en el mes de octubre, todos los que se enteraban por la publicidad rodante, sabían que esa noche se encontrarían para “bailar y divertirse”, tal como lo anunciaban los afiches de propaganda que se repartían en todo el pueblo.
El baile empezaba temprano, a las 21 hs., habitualmente con la banda “Giuseppe Verdi”, que oficiaba de orquesta típica y característica.
La mayoría de los “muchachos”, como mi papá se refiere, llegaban al lugar con impecables trajes, corbata, zapatos abotinados bien lustrados y polainas. Algunos tenían sombreros.
En el lugar se armaban mesas y la pista que era de tierra, previamente se regaba para evitar la polvareda.
Las chicas llegaban acompañadas por sus mamás. Durante el baile, formaban grupos, se tomaban del brazo y caminaban en distintas direcciones con el fin de ser observadas por los galanes presentes, quienes permanecían parados, charlando con una copa de caña, grapa o whisky.
En ese paseo podía ocurrir la propuesta para compartir la próxima pieza; tango, vals, pasodoble o fox-trot.
Los del campo se trasladaban hasta el lugar con sulkys, medio de transporte muy usado en esos tiempos.
Dos apagones anunciaban el último pasodoble… y por supuesto nadie se quedaba sin bailar. El tercero era el definitivo que anunciaba el final de la fiesta.
Para ese entonces, ya habían salido en el intervalo dos o más de los muchachos que se dedicaban a cambiar los caballos en diferentes sulkys.
Cuando todo había terminado, cada uno subía a su vehículo y emprendía el regreso a su casa. Así era como los caballos buscaban su camino, sin que sus ocupantes se percataran de que no eran sus caballos. La oscuridad y el cansancio no les permitía darse cuenta rápidamente. ¿Qué pasaba? ¿Cuál era el problema? ¿Por qué el caballo tomaba por otro camino? Nadie entendía nada.
Esto era vivido como la “gran broma”, hecha solamente a los amigos. Mi viejo disfruta contando todo lo que sucedía. ¡Cómo se divertían!
Así terminaba la noche de fiesta y diversión, creo que una de las más importantes y esperadas.
Hoy la banda sigue tocando… como en tantos otros lugares, en Pérez hay tiempo y espacios ociosos que muchas veces suelen terminar en enfermedades sociales como la droga, el alcoholismo o la violencia.
Pensar de manera preventiva no es llorar las consecuencias sino estar antes y prever buenos resultados, aquel legado musical tiene hoy ese objetivo: disminuir la presencia de los chicos en la calle y favorecer la inserción en la escuela.
Esta institución con varios años de enseñanza musical ha logrado dotar a su ciudad, al país y al mundo de grandes maestros que a través del lenguaje universal han logrado comunicar la historia de su pueblo.
Ángel con gran emoción y lagrimas en sus ojos relata su vivencia personal: “Mi ahijado ingresó a esta formación con solo siete años y hoy esta en Roma dirigiendo una banda muy similar a la nuestra en sus comienzos, entonces si hablamos de esos inmigrantes que vinieron y nos dieron esa cultura musical, hoy un bisnieto vuelve a esas tierras un poco devolviendo lo aprendido en su niñez”.
En honor a aquellos precursores, más que nunca la hoy "Banda y escuela de Música" hace vibrar no sólo los instrumentos sino el corazón de niños, jóvenes y adultos que se acercan cada día de la semana a hacer lo que ellos mismos dicen:…” tratar a través de la música de aportar nuestro granito de arena para mejorar la cultura de nuestro pueblo…”
A postrimerías del siglo XIX la migración italiana hacia estas tierras trajo un bagaje cultural y musical que se fue conservando en transmisión de generación en generación. Así como los ancestros de Miguelo, vinieron aquí y tocaron su música, su ahijado retornó al lugar de origen cerrando un circulo donde, en todo este tránsito, lo único que siempre se conservó fue la música.




BIBLIOGRAFIA
IGLESIAS, Jorge: "Flandria, la ciudad-fábrica cuyo espíritu vive en una banda", en La Nación, Buenos Aires, 28 de enero de 2001.
SCOTTI; María Angélica: Diario de ilusiones y naufragios. Buenos Aires, Emecé, 1996.
TELLEZ RAICOVICH, Cristina: “Historia de Pérez”, Ediciones El Mangrullo, Rosario, Noviembre 1991.

FUENTES ORALES
VALENTINI, Ángel Miguel “Miguelo”
FELLIPELLI, Luis
GIL, Haydée

FOTOGRAFIA
Primera Banda de Música “Giuseppe Verdi”

POSTITULO EN PERIODISMO Y COMUNICACIÓN
CATEDRA: REDACCION II
DOCENTE: MARIA ELENA SANCHEZ “MALE”
ALUMNO: PABLO FELLIPELLI